En medio de la creciente desigualdad económica a nivel mundial, la idea de un impuesto mínimo global sobre los más ricos ha sido objeto de debate y controversia. Sin embargo, solo tres países del G20 han mostrado su apoyo público a esta iniciativa: Brasil, Francia y Sudáfrica.
El G20, o Grupo de los Veinte, es un foro internacional que reúne a las economías más grandes y desarrolladas del mundo, así como a países emergentes y en desarrollo. Juntos, representan alrededor del 80% del PIB mundial y el 75% del comercio global. Por lo tanto, sus decisiones y acciones tienen un impacto significativo en la economía global.
En este contexto, la propuesta de un impuesto mínimo global sobre los más ricos ha ganado fuerza en los últimos años. La idea detrás de esta iniciativa es que los países establezcan un impuesto mínimo sobre los ingresos de las personas más ricas, independientemente de dónde se encuentren físicamente. Esto ayudaría a combatir la evasión fiscal y la elusión de impuestos, que son prácticas comunes entre los más ricos.
Sin embargo, a pesar de los beneficios potenciales de esta medida, solo tres países del G20 han mostrado su apoyo público a ella. Brasil, Francia y Sudáfrica han sido los únicos en respaldar abiertamente la idea de un impuesto mínimo global sobre los más ricos. Esto es un paso importante en la dirección correcta y merece ser reconocido y aplaudido.
Brasil, la economía más grande de América Latina, ha sido uno de los primeros países en apoyar la iniciativa. El presidente Jair Bolsonaro ha declarado públicamente su apoyo a un impuesto mínimo global sobre los más ricos, argumentando que es una forma de garantizar una distribución más justa de la riqueza y reducir la desigualdad en su país. Además, Brasil ha sido uno de los principales defensores de la lucha contra la evasión fiscal y ha tomado medidas concretas para combatirla.
Por su parte, Francia ha sido un líder en la promoción de un impuesto mínimo global sobre los más ricos. El presidente Emmanuel Macron ha sido un firme defensor de esta iniciativa y ha instado a otros países a unirse a ella. Francia ha sido uno de los primeros países en implementar un impuesto sobre las grandes empresas tecnológicas, conocido como “tasa Google”, que se considera un primer paso hacia un impuesto mínimo global sobre los más ricos.
Sudáfrica, por su parte, ha sido un defensor clave de la justicia fiscal y la lucha contra la evasión fiscal. El presidente Cyril Ramaphosa ha expresado su apoyo a un impuesto mínimo global sobre los más ricos, argumentando que es una forma de garantizar que los más ricos contribuyan de manera justa al desarrollo económico y social de los países. Además, Sudáfrica ha tomado medidas concretas para combatir la evasión fiscal y ha firmado acuerdos internacionales para intercambiar información fiscal con otros países.
Es alentador ver que estos tres países del G20 están liderando el camino en la promoción de un impuesto mínimo global sobre los más ricos. Sin embargo, es importante que otros países se unan a esta iniciativa y trabajen juntos para abordar la desigualdad económica a nivel mundial. La pandemia de COVID-19 ha exacerbado aún más esta brecha y es necesario tomar medidas concretas para abordarla.
Además, un impuesto mínimo global sobre los más ricos no solo ayudaría a combatir la evasión fiscal y la elusión de impuestos, sino que también podría generar ingresos adicionales para los países en desarrollo. Estos fondos podrían utilizarse para financiar programas y políticas que promuevan el desarrollo económico y social, lo que a su vez contribuiría a reducir la desigualdad.
En conclusión, es